27 de enero de 2015

Adiós a la Ley Pulpín: ¿y ahora?


El Congreso de la República derogó ayer la llamada Ley que Promueve el Acceso de Jóvenes al Mercado Laboral y a la Protección Social. Lo cual constituye la peor derrota política que ha sufrido el gobierno de Ollanta Humala.
 
Y no lo es porque haya sido un tema muy mal manejado, ni porque no se hayan planteado alternativas para reemplazar esta discutida norma. Es una derrota descomunal porque desnuda la precariedad del gobierno, con bases que se mueven sobre arenas movedizas; y porque la oposición no encuentra respuestas a los requerimientos legítimos que hacen los jóvenes respecto de su futuro laboral y de su inserción en el mercado de trabajo nacional.
 
Para graficar la politización de los jóvenes contrarios a la ley, y el aprovechamiento que de esto hacen algunos congresistas y políticos, basta conocer ‒como también lo reseñamos‒ que aquéllos y éstos prepararon el festejo de lo que consiguieron. ¿Puede alguien celebrar lo que ha sido una derrota para toda la clase política del país?
 

Nosotros nos mantenemos en nuestra posición inicial: la ley vulneraba los derechos de los jóvenes trabajadores. Esta convicción no nos impidió, sin embargo, distinguir los matices que había en el camino. Los chicos se cansarán ahora de reclamar la dación de una ley adecuada y mejorada que el gobierno ya no elaborará; y que el Congreso no está interesado en discutir, dada la agenda personalista de los legisladores de cara al año electoral que viene.
 
La única iniciativa que rescatamos es la del congresista liberteño José León Rivera, a despecho de que pertenece a una bancada, la de Perú Posible, que comenzó coqueteando con la ʻLey Pulpínʼ y luego, ayer, terminó recusándola. Este oportunismo electorero no nos impide reconocer que León Rivera presentó una alternativa interesante: establecer cuotas en las plazas laborales de las empresas, con un 5 por ciento de personal joven. ¿Por qué no? Habría que discutirse.

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